martes, 20 de mayo de 2014

La Calle de la Quemada

Sucedió en la capital de la Nueva España por el año de 1550, en que llegó a estas tierras un rico español, don Gonzalo de Espinoza Guevara, acompañado de su hija Beatriz, de extraordinaria hermosura, que contaba con unos veinte años por aquel entonces.
Muchos fueron los caballeros de alta posición que figuraron en la corte de admiradores que solicitaron la mana de doña Beatriz, pero ella prefirió a un noble joven italiano, don Martín de Escúpoli, Marqués de Piamonte y Franteschelo, al que conoció en una reunión dada en el palacio por el Virrey don Luis de Velazco.
La virtuosa doña Beatriz amaba a aquel caballero de una manera intensa, lo quería con una pureza fuera de lo vulgar y como don Martín sentía el amor de manera distinta, fascinado por tanta hermosura, doña Beatriz vivía atormentada.
Era necesario que su amado dejara de quererla, era preciso que aquellos encantos físicos dejaran de esclavizar al enamorado italiano. Para ello tomó heroica resolución; despachó de la casa a toda su servidumbre un día en que sus padres estaban fuera de México se encerró en una pieza en la cual babia un brasero con mucha lumbre, que era lo que necesitaba para realizar su atrevida hazaña.
Se puso de hinojos ante la imagen de Santa Lucia para que le diese valor y no claudicara en aquellos momentos su flaca naturaleza. El doloroso sacrificio de quemarse el rostro se consumó no sin que sus lamentos y gritos ante dolores agudísimos, hicieran que llegara Fray Marcos de Jesús, mercedario que la oyó en los momentos en que entraba en la casa, encontrándola recostada en un amplío sillón, vestida de blanco, cubierta la cara con una obscura loca, y de los antiguos ojos de la doncella, que habían sido verdaderamente seductores sólo quedaba una expresión vaga, apareciendo como dormidos.
El amado de aquélla cristiana mujer lo supo todo por el fraile mencionado. Despavorido corrió a cerciorarse del acontecimiento, encontrándose con el cuado que acabamos de describir. Sintió tocada su alma de idealismos celestes, abrazó a su novia, se sobrepuso a las miserias de la carne y enamorado más que nunca de Beatriz, la hizo su esposa.
El vulgo que conoció de este suceso, que por verídico se tiene, llamó a la calle donde vivió Beatriz "Calle de la quemada”… Esta calle corresponde el día de hoy, a la 8ª de Jesús María.


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